Querido Luis Enrique:
Estoy triste y decepcionado. Ya, ya sé que solo es fútbol, pero no vengas tú a explicármelo justamente ahora. La verdad es que podías haber rectificado un poco y no repetir lo mismo hasta la saciedad. Quise creer en ti hasta el final (que no hasta la final), por España y por todos esos perversos mierdas que solo querían que fracasases a costa del perjuicio de nuestra selección, incluso para cerrarles el pico a todos esos estúpidos cuñados que solo tienen cultura de club (de su puto club), pero los hechos son los hechos... joder, Luis Enrique, métete la posesión por el culo y, por lo menos, obliga (como plan B) a que de cada 8 pases uno termine en banda para que este centre al área y a ver que pasa (hasta que sonara la flauta hubiese servido). A los moros (calma, lee la RAE), las 3 veces que centramos al área, se cagaron patas abajo y les cundió el pánico... pues nada, don erre que erre... pase y pase y pase y pase y ahora se la mandas a Unai para que nos ponga un rato los huevos de corbata... vale, se puede perder, eso lo acepto, pero no como gatitos acobardados en la copa de un árbol (realmente iba a escribir "como mariconas de playa").
Por lo demás, me alegro de que tengas más salidas que el metro, pero evita por una vez, por favor, coger la de la soberbia.
Estoy muy cabreado. Hice lo que pude.