Lo conocí allá por los comienzos de nuestra década favorita (los 80, claro, coño). Buen batería y una persona muy noble. Conectamos sin mayor problema. Teníamos la misma religión: Rock, cervezas y futbolín (vale, y algunas otras cosillas más, para que silenciarlo). En Gasofa pasamos inolvidables veladas. Fundó en 1985, con Valen Guillot, el sello discográfico Utopía Batusi. Con mis Cómplices grabamos en su Sono-Estudi el Lp "De espías, policías y ladrones..." (Discos Medicinales, 1986). Como bataca, justo un año después, grabó con Seguridad Social el sensacional disco "La explosión de los pastelitos de merengue" (Xiu-Xiu Records, 1987). Por los 90 se centró en el futbolín... ya te dije que era parte de nuestra religión.
Le perdí la pista con mi marcha a los madriles, pero a mi regreso me lo volví a cruzar en Llíria. Me seguía hablando con pasión del futbolín y de los campeonatos en que participaba. Me encantó verle tan entusiasmado con algo que solo los iluminados podemos entender: Sí, el puto futbolín. Iba con su hija Julia. Fue el 25 de septiembre de 2011, la foto es de ese día.
¿Quién tocaba aquella noche en la plaza principal de la Ciudad de la Música?: Seguridad Social. Así es, Casañ fue el culpable, por suerte, de que nos volvieramos a ver por última vez. Casualidades de la vida. Un abrazo gigante, mi querido Salva (+ Julio 2022). Descansa en paz.